Estaba quieto el río, lentísimo, yacente; enhebrando los puentes, muelle, el agua. Castillos a la escucha. Ay, ¿hacia dónde? Enhiesto San Servando, áureo Galiana, torres con el gran tiempo recogido, patios de soledad, cifra almenada. Fue aquel día, aquel día. Puertas graves y lúcidas abrían su mañana.

(José García Nieto)

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