... Y que el hombre florece como planta a quien el mismo cielo alienta y rinde, primero ufano y abatido luego, hasta que su esplendor nadie recuerda: la idea de una estada tan fugaz a mis ojos te muestra más vibrante, mientras que tiempo y decadencia traman mudar tu joven día en noche sórdida. Y, por tu amor guerreando con el tiempo, si él te roba, te injerto nueva vida.

(William Shakespeare)

Iré, cuando la tarde cante, azul, en verano, herido por el trigo, a pisar la pradera; soñador, sentiré su frescor en mis plantas y dejaré que el viento me bañe la cabeza.

(Arthur Rimbaud)

Te esperé con la sangre detenida sobre el silencio en ascuas de tu ausencia. Te esperé soportando la existencia como un lebrel al pie de tu partida. Te esperé casi al borde de la herida y a dos pasos no más de la demencia. Te esperé en la angustiosa transparencia de aquella noche en el reloj vencida...

(Jorge Robledo Ortiz)

Es el atardecer cuando uno se aleja, a la caída del sol. Es entonces cuando se abandona todo. El pensamiento recoge su tolda de tela de araña, y el corazón olvida el porqué de su angustia. El caminante del desierto abandona su campamento, que pronto desaparecerá bajo la arena, y continúa su viaje en la quietud de la noche, guiado por enigmáticas estrellas.


(Pär Lagerkvist)

Viene y se va. Para tan breve viaje talé el jazmín, segué la yerbabuena. Ya no sé si me salva o me condena: sé que se va y se lleva mi paisaje. Sé que se va y me quedo frente al muro de la lamentación y del olvido, oscuro el sol y el corazón oscuro.

(Antonio Gala)

La vida es ciervo herido que las flechas le dan alas.

(Góngora)

Cuando el canto se oxida y el paisaje, y todo lo vivido es un espectro, tu único refugio es la sonrisa: ese muro cerrado impenetrable sin ayeres, sin hoy y sin mañanas, donde todos los sueños se hacen trizas.


(Claribel Alegría)

Cada vez que te amo, vida y muerte están presentes: amanecer y noche paraíso sepulcro.

Si algún día, en las tierras de la vida, entre el ruido de feria y de mercado, la palidez olvido de mi infancia florecida, y olvido el primer ángel, su bondad, sus ropajes y sus manos en oración, su mano bendiciendo; conservaré en mis sueños más secretos siempre el plegarse de esas alas, que como un ciprés blanco quedaban detrás de él...

(Rainer Maria Rilke)

Tus ojos tienen el recóndito desmayo del nocturno horizonte, que nunca hiere el alba. Pero también irradian alegrías cuando recuerdas o presientes, y entonces resplandece tu mirada como el íntimo vuelo de una alondra en abril.

(German Bleiberg)

Inmóvil, claramente inhumano en la pura catedral vive un ángel. Un ángel no tiene ojos. Un ángel no tiene sangre. Él no vive en la vida, él no vive en la muerte, él está vivo en la belleza.


(Antonio Gamoneda)

Aliento de la mañana, que vas robando en tu vuelo la esencia pura y temprana, que la violeta lozana despide en vapor al cielo. Dime, soplo de la aurora, brisa inconstante y ligera, ¿vas por ventura a esta hora al valle que te enamora y que gimiendo te espera?

Quizá fuesen mejores nuestros corazones cuando eran frágiles, y algún golpe de mar, o la noche de julio pudieran abrirles las calladas heridas que ahora, y para siempre, llamaremos nostalgias. Quizá fuesen mejores cuando eran cual regatos ligeros o lluviosas tardes que mojaban la infancia y partían un dominio común, un valle abierto, inmensos arenales, aquel balcón detenido en la presencia de pulidos geranios.

(Ramiro Fonte)

Y la vida es misterio; la luz ciega
y la verdad inaccesible asombra;
la adusta perfección jamás se entrega,
y el secreto ideal duerme en la sombra.
Por eso ser sincero es ser potente:
de desnuda que está brilla la estrella;
el agua dice el alma de la fuente
en la voz de cristal que fluye de ella.

(Rubén Darío)

En algún lugar de la palabra se esconde el plomo que servirá para romper el sueño, o para atravesar muros o corazones. La simetría de los nombres se desbarata en las hojas en blanco y los verbos, transcurren en silencio para no molestar. En algún lugar de la palabra se lucha cuerpo a cuerpo para sobrevivir.

(M. Cinta Montagut)

Hay una noche limpia: la del mar y la luna.
Había un pueblo de luces en el agua tranquila
con calles solitarias por donde, sin quererlo,
dejábamos vagar nuestra inquieta ternura

(Ángel Augier )

El oscuro silencio tallado sobre el tacto, golpea sin tocar la luz de esta materia, de esta altura perdida, persiguiendo la eternidad donada a sus figuras...

Cómo aislar los fragmentos de la noche para apretar algo con las manos, como la liebre penetra en su oscuridad separando dos estrellas, apoyadas en el brillo de la yerba húmeda. La noche respira en una intocable humedad, no en el centro de la esfera que vuela, y todo lo va uniendo, esquinas o fragmentos, hasta formar el irrompible tejido de la noche, sutil y completo como los dedos unidos que apenas dejan pasar el agua,como un cestillo mágico que nada vacío dentro del río. Yo quería separar mis manos de la noche, pero se oía una gran sonoridad que no se oía, como si todo mi cuerpo cayera sobre una serafina silenciosa en la esquina del templo.

(José Lezama Lima)

Tan hondo sentimiento invadía tu alma, que no acertaste nunca a decirlo en poesía. ¿Quién dirá la belleza solitaria del lirio? Por la flor más humilde la palabra es vencida. Sufrimiento adorable de sentir cómo es bella la tierra en que nacimos y no poder cantarla, a no ser una noche de primavera triste, con la guitarra oscura de vinos y nostalgias. Mientras otros en las ciudades, aplaudidos como tenor de moda, recogían el triunfo. Tú, lento por la luna, a tu casa volvías desde la reja del amor nocturno.

(Ricardo Molina)


Por la virtud del alba quieres cambiar tu vida, y aferrado a la jarcia, partes sin rumbo conocido. Todo es propicio, los acantilados y el arrecife duermen en la espuma, tan sólo una gaviota espera sobre el palo mayor de caoba y de luna...


Hay cosas que no arrastra el equipaje:el cielo que levanta una persiana, el olor a tabaco de un deseo, los caminos trillados de nuestro corazón. No es fácil deshacer las maletas un día en otra lluvia, cambiar sin más de luna, de niebla, de periódico, de voces, de ascensor. Y salir a una calle que nunca has presentido, con otros gorriones que ya no te preguntan, otros gatos que no saben tu nombre, otros besos que no te ven venir. No, no es fácil cambiar ahora de llaves.

(Ángeles Mora)


Sobre el techo rojizo de la iglesia aldeana, se congregan en corte las palomas. El día confunde con el de ellas su blancor: se diría que milagrosamente las brotó la mañana. De súbito, ascendiendo, la legión se desgrana en un vuelo vibrante que en el éter se amplía, para tomar con una cadenciosa armonía bajo la rutilante claridad meridiana.

(Miguel Rash Isla)

En el parque




La música de los ríos, la quietud de las alas, esas plumas que todavía con el recuerdo del día se plegaron para el amor como para el sueño, entonaban su quietísimo éxtasis bajo el mágico soplo de la luz, luna ferviente que aparecida en el cielo, parece ignorar su efímero destino transparente.


(Vicente Aleixandre)


En esas cámaras yo vi la faz de la luz pura. Pero cuando las sombras las poblaban de musgos, allí, mimosa y cauta, ponía entre mis manos sus lunas más hermosas la noche de las fábulas. Entre años, entre árboles, circuida por un vuelo de pájaros, guirnalda cuidadosa, casa grande, blanco muro, piedra y ricas maderas, a la orilla de este verde tumbo, de este oleaje poderoso...


Cuajado de tristeza y de agonía, el encinar rotundo y soñoliento, hunde su soledad en este viento amargo de la verde serranía.


Todo sueño que es nube se deshace. Vuelva a brillar el sol, pues la blancura de esa ilusión de libertad celeste, es tan sólo una sombra hecha jirones. No sueñe más el agua, y tenga vida en la savia o la sangre, tenga sólo en mí su libertad, libre en mis lágrimas.

(Manuel Altolaguirre)


A un año de tu luz, e iluminado hasta el final de su latir, por ella, desanda el viaje el corazón cansado. De tu voz, de tu mano y de tu huella retorna a la niñez, donde palpita sangres de luz tu corazón de estrella.


Los que pasan no saben que una flores el precio de la suerte. Los que pasan no saben que tras la piel se esconden otras vidas. Los que pasan no saben que los grandes espacios son nuestra casa del mañana.


Llevar un pueblo así entre la carne, con su nube arrollada a la cintura, con palomas y flores, con campanas, con ríos-venas y hacia un mar de dicha, con amigos y surcos y canciones, es encalarse el alma y decir: ¡Vivo!

(Antonio Murciano)


Una cara, un rumor, un fiel instante, ensordecen de pronto lo que miro, y por primera vez entonces, vivo el tiempo que ha quedado ya distante. Es como un lento y perezoso amante que siempre llega tarde el tiempo mío, y por lluvia o dorado y suave hastío, suma nocturnos lilas deslumbrantes...


Ciudadano del aire y de las nubes, poseo sin embargo una sangre terrestre, que conoce el camino que entra a cada morada, el camino que fluye debajo de los carros, las aguas que pretenden ser las mismas que ya pasaron antes, la tierra de animales y legumbre con lágrimas donde voy a encender el día con mis manos.

(Jorge Carrera Andrade)


Tiembla el viento en la noche, tiembla otra vez la noche bajo el ansia que vuelve. Temblabas de nostalgia. Amor, hasta la muerte la noche se hizo tenue, se hizo larga caricia sobre tu pelo amargo. Lo distante es aquello que apenas ha pasado. Por eso nombro ahora la primavera lenta que subiste cantando, sin nada más, con viento sobre la enamorada distancia de los campos.

(Miguel Arteche)


Un sueño sin faroles y una humedad de olvidos,pisados por un nombre y una sombra.No sé si por un nombre o muchos nombres,si por una sombra o muchas sombras.Reveládmelo.Sé que habitan los pozos frías voces,que son de un solo cuerpo o muchos cuerpos,de un alma sola o muchas almas.

(Rafael Alberti)


Llegar a ti, entonces, es buscar la voz de un niño entre las multitud, recoger el miedo interminable que origina un viento nocturno, iluminar el amor con una lámpara de primitivo y de dulce aceite, tocar con los dedos un pájaro de azúcar que besa el cuello de las mujeres, limitar la invasión de la nieve que llega con sus armaduras de frío, y verte tranquilo y reposado quemando el intacto silencio.

(Óscar Acosta)


No más refugio que la faz de mis brazos, si nos entra el otoño desgajando lo que al viento apetece, en su alfombra de bosque y cuerpo a tierra.

Mediodía, y te ausentas por no conocer mis pensamientos. Es que de pronto, dices, se me pone una lámina en el rostro y aparece un abismo entre los dos. Será cierto, pero donde la soledad me habita, ahí tu eres el centro.


La raíz baja a pie por peldaños de agua. Las hojas con suspiros aparejan la nube. Los pájaros se sirven de sus alas para alcanzar la zona de las eternas luces.


Mi ser fluye en tu música, bosque dormido en el tiempo, rendido a la nostalgia de los lagos del cielo. ¿Cómo olvidar que soy oculta melodía y tu adusta penumbra voz de los misterios? He interrogado los aires que besan la sombra, he oído en el silencio tristes fuentes perdidas, y todo eleva mis sueños a músicas celestes.


Pero ayer no fue tu tiempo. Tu tiempo comenzaba detrás de la oscuridad, en las doradas tumbas de algún otoño. Porque tu tiempo no es el de ayer, ni siquiera será el que me arranques el día de la mirada. Pasé yo junto a ti, y te miraba.


Todo ha vuelto a quedarse quieto, todo en su sitio y en reposo. Va navegando por los días la barca triste del otoño.

Nosotros esperamos envueltos por las hojas doradas. El mundo no acaba en el atardecer, y solamente los sueños tienen su límite en las cosas. El tiempo nos conduce por su laberinto de hojas en blanco, mientras cae el otoño al patio de nuestra casa. Envueltos por la niebla incesante, seguimos esperando: La nostalgia es vivir sin recordar de qué palabra fuimos inventados.

(Giovanni Quessep)

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